Aplaudo la idea del Ministerio de Educación de la Nación de incorporar este género, las historietas, como parte del programa de enseñanza.

Como siempre los detractores no tardaron en comenzar con las denuncias de contenidos inconvenientes, sexo y violencia, dijeron, con un criterio general de que todo lo que haga el gobierno Nacional es desubicado, no debe ser, está mal, y criticar todo con una ignorancia y sentido retrógrado que no tiene precedentes en la historia de ningún gobierno.

No hay frente que no tenga abierto al rechazo este gobierno.

Cristina debe ser una adveraría formidable para que haya tanto movimiento puesto en negar todo, en defenestrar todo lo que hace, hasta aquello que puede beneficiar a la educación.

Hasta se puede ver diariamente gente que rechaza políticas que benefician más a los que lar rechazan que a cualquier otro.

El gesto, más de incorporación de material que interesa a los jóvenes, la historieta, tiene antecedentes interesantes, representado, por ejemplo, en la historieta Zamba, que tanto éxito tiene entre los niños, muestra hecho de la historia de una manera amena, que engancha a los chicos y que los acerca de otra manera, menos ampulosa, que los libros de historia convencionales.

Es una idea excelente, llevada a cabo con éxito.

Lo interesante del mundo de la historieta, y estoy pensando en ejemplos como Los Simpson, es que cuestiona asuntos morales, con un discurso del pensamiento, es decir, expone los pensamientos en una forma cuestionable respecto a educación, a opiniones; mediante episodios en donde en definitiva de lo que trata es la discusión sobre aspectos morales de las personas.

Si el método es repulsivo o de mal gusto, no tiene que ver con la efectividad, está claro que esa historieta tiene un éxito ininterrumpido de años, para grandes y chicos, y que nadie encuentra en Homero un “ejemplo” bueno, sino que revela la dualidad de los hechos, de cómo las variables de la vida moldean opiniones y sobre todo: expone pensamientos, cosas que los chicos aprenden a reprimir, pero que pueden verlas expresadas, lo que permite el diálogo, tanto en la familia como en la escuela, y según los estudiosos, no hablar de eso, no lo elimina, sino al contrario, es hablando que se avanza en una dirección positiva.

Es bastante obvio que la política educación está abierta a cualquier idea que aliente la lectura, y que la distribución gratuita de historietas es un método probado por generaciones, cuando nosotros éramos niños, comprar historietas era imprescindible, era el modo de volvernos lectores, los mismos que somos ahora, construidos con el método de facilitarnos esas lecturas.

Descalificar obsecuentemente con la oposición a todo, un método probado es sencillamente aportar a la desinformación, adherir a una forma perversa de evitar toda mejora educacional por motivos de política del poder.

Hay secuelas ulteriores, que se trata de lo despojado en las ofertas de lectura de autores de historietas, en los kioskos se pueden ver decenas de revistas sobre banalidades, decenas de aprendizajes, pero miles de crítica política, muy poca de literatura y menos de historietas, como si no fueran un medio importante para llegar a los niños.

También hay mucho material de aprendizaje, del tipo Billiken o Anteojito, pero replicando lo que escuché a un niño: No quiero una revista que me proponga lo mismo que ya hago en la escuela.

Tampoco hay que olvidar que el rechazo a medios de lecturas es un rechazo a los autores, y que en el afán de defenestrar al gobierno, los autores reciben por tiro de elevación.

La mediocridad de los métodos con que sistemáticamente pretenden perjudicar al Gobierno Nacional deja en el camino secuelas injustas.

Es como los bárbaros, pretenden arrasar la tierra que luego no se dan cuenta que tendrán que sembrar.

Si llega a pasar que los perversos vencen, tendremos memoria para recordarles cómo van a sembrar en tierra arrasada.